lunes, 30 de enero de 2017

Inversión Productiva en Comunidades, el Mejor Muro para Migrantes

Alberto Jiménez Merino
Director del Centro de Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas


Una gran incertidumbre invade a los migrantes mexicanos radicados en los Estados Unidos y a sus familiares que reciben periódicamente un apoyo económico en México cercano a los 25 mil millones de dólares anualmente, debido a las primeras decisiones y declaraciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. 

Expertos de BBVA Bancomer, estiman un incremento importante de las remesas en el corto plazo por el temor de no poder hacerlo después de haberse firmado el decreto para el inicio de la construcción del muro limítrofe entre la frontera norteamericana y México. 

Los temores han ido desde la posibilidad de deportación masiva, la aplicación de un impuesto del 20 por ciento a las exportaciones mexicanas, la suspensión de inversiones de empresas estadounidenses en nuestro país o la imposición de un impuesto a las remesas que envían nuestros connacionales. 

Oportunas acciones del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en apoyo a los consulados mexicanos, en donde se destinaron mil millones de pesos para apoyar a nuestros paisanos, además de la generación de una respuesta digna en defensa de nuestro país ante las agresiones verbales del gobierno vecino vía redes sociales, así como el uso de la diplomacia política, resolvió rápidamente lo que parecía una confrontación de grandes consecuencias. 

La migración mexicana hacia Estados Unidos tiene ya varias décadas. Recuerdo que mi abuelo, Evodio Merino Gil, desde los años 40’s iba a California en forma temporal como muchos mixtecos poblanos. 

Las mixtecas que conforman una región de 250 municipios de los estados de Oaxaca, Guerrero, Morelos y Puebla, se han significado por ser una de las áreas geográficas de mayor expulsión de mano de obra. Aquí las actividades predominantes son la agricultura, la ganadería y las artesanías. Las actividades primarias son principalmente de subsistencia. Hay caza, pesca y libre pastoreo del ganado con altos impactos sobre el medio ambiente. 

Una de las razones preferidas para justificar la baja productividad de la región es la aridez del territorio, la falta de agua para las actividades productivas. Pero la verdad, es la falta de conocimiento y voluntad política de los gobiernos en sus diferentes órdenes para invertir en actividades productivas que promuevan opciones de empleo. 

Ha sido probado en múltiples estudios que apoyar a las familias con capacitación, vía educación formal o informal, infraestructura productiva, financiamiento y apoyo en la comercialización, es la fórmula para impulsar el desarrollo de las comunidades. 

Hay estudios publicados por la Organización de las Naciones para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inflés) indicando que crear un empleo en el medio rural cuesta 6 veces menos que hacerlo en el medio urbano, y mantener una familia en la ciudad es 22 veces más caro que en el campo. 

Ante estas circunstancias, es muy claro que la gente se va porque donde vive no encuentra las oportunidades para desarrollarse. Tan solo por citarlo, en la mixteca poblana cada familia tiene al menos un integrante en Estados Unidos. Pero las inversiones públicas siguen haciéndose por razones políticas solo allí donde lucen; no importa su utilidad, no importa su costo y mucho menos si eso endeuda a los futuros gobiernos. 

Los municipios, las juntas auxiliares y las inspectorías son los órdenes gubernamentales que menos recursos reciben, sin embargo, son el primer contacto con la ciudadanía, son los primeros que reciben las necesidades y reclamos de la gente. 

Por ello, se requiere modificar con urgencia la política financiera a fin de que se fortalezca el apoyo a las necesidades fundamentales de la población, los servicios de agua, electricidad y caminos, reorientar la educación para que tenga relación con los problemas y necesidades de las comunidades, los recursos naturales disponibles y sus potencialidades. 
Políticas que apoyen la educación técnica, la capacitación, la asesoría técnica, la mecanización y tecnificación de procesos, la infraestructura productiva, bodegas de distribución de insumos y acopio de productos para su comercialización. Políticas ambientales que recuperen los recursos naturales, las especies que se han perdido y que mejoren la productividad. 

Con 2 mil 500 kilogramos de maíz o con 900 kg de frijol por hectárea, con vacas que paren un año y otro no, con borregas que tienen su primer parto a los 17 meses y cabras que tardan más de 15 meses para alcanzar 40 kilos, muy poco podremos hacer ante amenazas externas. 

Invertir en las comunidades, fortalecer el autoconsumo y la producción nacional, impulsar mejoras reales y directas para el bienestar de las personas, aún está pendiente. Este es el camino para arraigar a la población en los hechos. 

lunes, 23 de enero de 2017

Formar Líderes para Reconstruir el Tejido Social de las Comunidades

Alberto Jiménez Merino
Director del Centro de Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas


Con frecuencia los comisariados ejidales, los jueces de paz, los presidentes auxiliares y una buena parte de presidentes municipales, desconocen cómo acceder a recursos para desarrollar proyectos, mismos que también deben integrar para obtener apoyos. 

Somos un país pobre con más del 64 por ciento de la población en esta condición, no obstante la diversidad de recursos y las grandes riquezas naturales que poseemos. Sin embargo, sabemos que somos muy ricos pero no sabemos ni qué ni dónde, ni cuánto tenemos. No conocemos los recursos naturales disponibles en las comunidades y, con mucha frecuencia, nos sorprendemos cuando encontramos algo que no sabíamos que allí ha estado siempre. 

Y si no sabemos qué, dónde ni cuánto tenemos, con mayor razón no sabemos cómo aprovecharlo o cómo reproducirlo para que no se acabe y les sirva a otras generaciones que vienen atrás de nosotros. 

Lo anteriormente mencionado es una de las principales causas del gran deterioro de la vegetación, del suelo, del agua, la desaparición del 40 por ciento de las especies animales en los últimos 50 años, según la Organización de las Naciones Unidas, o la desaparición del 90 por ciento de los grandes peces de los mares, o la misma proporción de pérdida de la pesca en los ríos y cuerpos de agua. 

Un ejemplo claro de esto sucedió en la Sierra Nororiente de Puebla. Solo cuando ya no encontraban cedro rojo ni caoba, un grupo de gente pensante y visionaria se acercó a pedir apoyo para plantar esta madera en forma comercial. Lo mismo pasó con el maguey mezcalero en la zona de la Mixteca. Así empezaron a escribirse bellas historias de plantaciones forestales comerciales hace 17 años. 

No hay estudios, ni censos, ni listados que describan los recursos naturales de los pueblos, del núcleo social básico más importante para la gobernabilidad. Los estudios que he conocido tienen una gran tendencia académica, listados generales, características botánicas, morfológicas, descripciones genéticas; son únicamente trabajos curriculares. 

Los estudios con sentido socioeconómico no existen y los que hay no describen los recursos que existe ni como aprovecharlos racionalmente. Esta falta de estudios genera que el aprovechamiento de los recursos sea excesivo y por ello, los deterioran; ante tal circunstancia, quienes los utilizan reciben como respuesta, por parte de las autoridades, la imposición de vedas que no resuelven el problema ni las necesidades sociales. 

La gente está descapitalizada. Una gran proporción de la población vive al día. En las áreas rurales no pueden asistir a reuniones informativas porque si no van a trabajar, a cortar leña, a cazar o a pescar, no hay para comer, ante esta situación económica, la población está muy proclive a emigrar o a ingresar a actividades delictivas para sobrevivir. El tejido social está roto y no se ve como remendarlo. 

Por ello, requerimos formar líderes que dirijan el desarrollo de los pueblos. Se necesita que los niños y jóvenes tengan una verdadera formación sobre las reales necesidades de sus comunidades, el mejor conocimiento de los recursos y potencialidades existentes la cual, hoy en día, no existe y que la escuela no enseña. 

También se requiere que haya políticas públicas encaminadas a conocer la realidad de la población, diagnósticos y una planeación conjunta con los liderazgos comunitarios. Verdaderas políticas y no solo programas de maquillaje, apariencia o relumbrones mareadores. 

En la formación de líderes hay que apoyar a los jóvenes a identificar, desarrollar y aplicar sus talentos. Una verdadera orientación vocacional relacionada a las necesidades comunitarias y sectoriales, existentes o previsibles. Cada comunidad debe formar un equipo de profesionistas de acuerdo a sus recursos, requerimientos, potencialidades y anhelos. 

Necesitamos una formación práctica de nuestros líderes en las problemáticas de nuestra época sin perder la perspectiva del futuro. Crear una política de servicio social que permita fortalecer el sentido humanitario de las profesiones, conocer la realidad y establecer relaciones laborales con base en la solución de problemas. Un servicio social que ponga a nuestros jóvenes a sacar copias, es tan inútil como indigno a menos que vayan a seguir esa línea empresarial. 

La formación de líderes para reconstruir el tejido social debe considerar la preparación de profesionistas que en su último semestre hagan estancias de uno a tres meses en empresas o instituciones de comunidades, municipios, estados o países líderes. Una vinculación con los actores productivos nos dará el listado de necesidades. Solo en Puebla, en el sector agroalimentario hemos identificado más de mil 500 temáticas. 

Por ello, si establecemos políticas publicas verdaderas y formamos líderes, podremos aspirar a resolver nuestros problemas en un plazo entre 8 y 18 años. Si no lo hacemos, seguiremos con la dinámica de echarle la culpa a otros y a las circunstancias hasta la eternidad. 

lunes, 16 de enero de 2017

Innovar y Mejorar la Productividad para Crecer en Tiempos de Crisis

Alberto Jiménez Merino
Director del Centro de Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas



Durante el 2016, productores de maíz de los valles altos de Puebla, produjeron 8 toneladas de grano por hectárea, cuando en años anteriores sólo habían alcanzado 4 toneladas. Esto fue posible porque, como parte de la estrategia de agricultura de conservación de alto rendimiento, establecieron una meta de rendimiento, usaron semilla mejorada, fertilizaron con base al análisis del suelo, utilizaron sembradoras de precisión, además de que usaron cosechadora.

De igual forma, campesinos, gente muy humilde de la Sierra Norte de Puebla de los municipios de Huehuetla y Zoquiapan, lograron 3 toneladas de maíz por hectárea cuando sus rendimientos anteriores no llegaban a 900 kilos por hectárea. Apoyados por el Programa Estratégico de Seguridad Alimentaria (PESA), impulsado y verificado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), implementaron la agricultura de conservación consistente en dejar los residuos de cosecha sobre el terreno, semilla mejorada, sembradoras manuales de precisión, abonos orgánicos y biológicos, pero sobretodo un cambio de actitud.

Asimismo, ganaderos de la mixteca poblana que adoptaron la siembra de praderas mejoradas de pastos buffel y llanero dentro de sus potreros, tuvieron mas ganancias de peso en su ganado, mas partos de sus vacas y, consecuentemente, más crías, aumentó la producción de leche y la época de ordeña se amplió hasta febrero, cuando normalmente terminaba en diciembre.

Por su parte, los productores de pitaya de Huitziltepec y de Caltepec con mejores prácticas agronómicas, apoyados por especialistas en logística y comercialización,  lograron exportar por primera vez sus productos a Estados Unidos.

En esta misma región, en Tehuitzingo, la incorporación de la esponja reproductiva para sincronizar los partos de las cabras permitió obtener 120 crías, cuando la expectativa era únicamente de 70. En san Pedro Yeloixtlahuaca, la asociación en la siembra de maíz con calabaza duplicó los ingresos generando un mejor aprovechamiento del espacio y de los recursos: suelo, abonos, agua y radiación solar.

En la Sierra Nororiente, los ganaderos de los municipios de Ayotoxco de Guerrero, Hueytamalco y Tenampulco han logrado aumentar el número de partos de 50 a 66 por cada 100 vacas, sólo por introducir praderas mejoradas de pasto insurgente. Cuando además introdujeron el cerco eléctrico para la rotación del pastoreo, aumentaron otros 22  partos, llegando así a 88. Esto significó un crecimiento mayor  que en toda la región tropical de México ya que en esta zona cifra promedia solamente 50.

Las innovaciones productivas en la ganadería tropical hoy permiten lograr incrementos en la cantidad de animales por hectárea en  praderas  hasta de 300 por ciento, aumentos en producción individual de leche de 150 por ciento, reducción de seis meses en el periodo de engorda de becerros y disminución de 50 por ciento en los costos de producción por kilogramo de carne.

Ganaderos de Campeche de la comunidad de Candelaria, no ordeñaban sus vacas antes de 1995. Toda la leche se la dejaban a los becerros para producir más carne. Sin embargp, la crisis de finales de ese año obligó a los productores a buscar otras opciones y empezaron a ordeñar las vacas como una forma de obtener más ingresos. Así fue que encontraron que la producción de leche les permitía cubrir los costos de producción de la unidad productiva, algo que no se sabía o no se hacía antes de la crisis referida.

Yo los conocí en 1997. Ya tenían centro de acopio de 10 mil litros de  leche y  le vendían a Nestlé; proyectaban aumentar su capacidad de acopio en el corto plazo. En ese entonces, participé en un Día Demostrativo apoyado por los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura en el Banco de México (FIRA). Allí intercambiamos experiencias y conocimientos. Les compartí la forma de producir semillas de especies forrajeras en sus praderas. Hoy también producen semilla de pastos y tienen mejores opciones tecnológicas.

Todo lo anterior tiene el propósito de recordar que muchas soluciones están al alcance de cada uno de nosotros. Pero lo primero que hay que hacer es cambiar la actitud para enfrentar la vida y las situaciones difíciles.

Nuestros problemas no los va a venir a resolver nadie ajeno a nosotros. Las soluciones están en nosotros o muy cerca de nosotros, pero es necesario innovar para crecer y desarrollarse. Hacer más con menos pero sobretodo hacer lo que no se ha hecho, intentar lo que no se ha intentado, independientemente de gobiernos y partidos y, en muchos casos a pesar de estos. 

lunes, 9 de enero de 2017

Gasolinazo, Saqueos e Impactos Sobre la Economía de las Familias

Alberto Jiménez Merino
Director del Centro de Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas


Mucho enojo causó a todos los mexicanos el incremento del precio en la gasolina y el diésel en días recientes. Es algo que resentimos todos porque inevitablemente impacta sobre los alimentos, los servicios indispensables y a toda la economía.

Lo anterior, se combinó también de manera indeseable con el incremento en el tipo de cambio peso/dólar el cual ya superó los 22 pesos mexicanos por cada unidad estadounidense.

Aunado a esto, no podemos dejar de mencionar el enojo y el miedo que la población tiene por la inseguridad prevaleciente en el transporte púbico, en las calles y en las casas.

Las familias están descapitalizadas. No hay suficientes apoyos para la producción de bienes y servicios. Los apoyos asistenciales son insuficientes para resolver las necesidades básicas y algunos han tenido un carácter regresivo ya que han promovido la pérdida de creatividad y limitado los esfuerzos para emprender o para innovar.

En este tenor, puedo señalar que si sube el precio de la gasolina, el peso se devalúa frente al dólar y la inseguridad crece, entonces, la población no tiene suficientes elementos para tener una buena expectativa en el corto plazo.

Lo anteriormente mencionado creó pretextos suficientes para generar justificadas protestas y reprobables actos vandálicos; estos últimos sin argumento real que los relacione con las situaciones descrita, y esto lo digo porque no es saqueando comercios  o agrediendo la privacidad de las personas en su hogares como resolveremos la baja de gasolinas o la revaloración de nuestra moneda.

Todo acto de esta naturaleza tiene sus consecuencias: en un primer hecho, la identificación de quienes actuaron de esta forma, aún sin saber la real procedencia de los hechos, ya fueron “balconeados” en redes sociales y, lo que sí es seguro es que no fue ni alentado ni consentido por los gobiernos.

Los impactos del alza de las gasolinas y el tipo de cambio, afectarán el costo de los alimentos en la medida que los insumos, sin control, también se incrementan y su requerimiento para su transportación a los mercados.

Algunos alimentos como la leche en polvo, la carne de bovino, pollo y algunas frutas, tenderán a incrementar su precio de venta.

A esta fecha, ya he escuchado la preocupación de algunas presidentas de Sistemas Municipales DIF que han sido informadas de un incremento sustantivo sobre este alimento básico para los niños, y de empresas que han requerido ya una mayor cuota de producción a sus proveedores de leche.

Sin embargo, también están habiendo empresas que importaban diversos productos y que hoy están volteando hacia la producción interna, porque además del tema de la paridad cambiaria ahora tienen mayores costos de transportación que hacen inconvenientes las importaciones.   

Por momentos olvidamos que hemos sido autosuficientes en alimentos y muchos productos más como en los años 80’s. Olvidamos nuestra gran biodiversidad, nuestra diversidad climática que nos permite producir casi todo el año diferentes productos. Olvidamos también nuestra capacidad de unión, nuestra capacidad creativa y emprendedora. Nuestro orgullo nacional para salir adelante.

Bajo condiciones de crisis o no, lo único que nos va a sacar adelante es mejorar la productividad de todos los sectores. Para ello, necesitamos mejorar la vinculación de los centros educativos y de investigación con la problemática de las familias y comunidades.

Es momento de fortalecer la orientación, motivación, capacitación y asesoría para los actores de la producción a fin de hacer mejor lo que ya hacen y aprovechar al máximo lo que ya tienen. Sin embargo, la inversión en capital humano y en servicios técnicos para la producción, ha sido muy poco valorada. Hemos privilegiado los apoyos materiales sobre los apoyos intelectuales. El corto plazo, salvar el sexenio sobre el mediano y largo plazo.

Es momento de una real reorientación de los presupuestos públicos hacia los pequeños productores, sin detrimento de apoyar y dejar descobijados a los demás sectores.

Se requiere de un apoyo más sustantivo para impulsar a los emprendedores que mejoren la productividad y generen el empleo que la gente necesita. Se requiere que los operadores políticos, los facilitadores y que la política misma (el arte de unir las voluntades) haga su trabajo.

Necesitamos  reconstruir el tejido social que parece deshilacharse si no se escucha a la población y sus necesidades. La desigualdad entre los que más y menos tienen, no aguanta mucho. La paz es el camino para el progreso y ésta no se consigue con más policías o más soldados.